Aunque me ofendas con
tu lánguida mirada yo, te seguiré esperando
porque así de amargo... así de amargo es el sabor.
Cruzábamos juntos
el triángulo elevado en la
calzada con la tentación
de ser eternos.
Y a mis ojos siempre estás tan bien,
tu figura arde sin querer.
Quédate no te muevas de donde estas.
Se muere siempre el sol
y yo, serpiente del ardor, me arrastro sin tener opción
de complacerte dentro de un río de cristal sin traspasar.
Que así de amargo... así de amargo es el sabor.
Con un ligero respirar, tus casas siempre ocultan algo que no quieres enseñar,
que yo intento acariciar. Te busco en las calles, luces encendidas,
descubren amantes, se han encadenado, para que los veas, para que me veas.
Y a mis ojos siempre estés tan bien,
tu figura arda sin querer.
Quédate, no te muevas de donde estas.
A mis ojos siempre estás tan bien,
tu figura arde sin querer.
Quédate, no te muevas de dónde estás…
Quédate, no te muevas de dónde estás…
Quédate, no te muevas de dónde estás…