Me escondo en una esquina
donde no me puedan ver,
después de cuatro vinos
y unos tristes canapés.
La suerte está de mi lado,
se me acerca una mujer.
Me dice: "Yo soy Amparo
y te quiero conocer".
Y yo que soy un caballero,
dos besos le pego con mucha fe.
Me bebo mi ron entero
y con el tequila me echo a perder.
Lo cierto es que poco hablamos,
sólo le dije: "Acompáñame".
Salimos y caminamos
y nos plantamos en el hotel.
Y tanto tequila
lo tengo que dejar,
no quiero disgustos
se que despierto
y llegan los sustos.
Y vale ya de sobresaltos,
con quién me acuesto
no me levanto.
Y tanto tequila...
Lo malo de los alcoholes
es que no te dejan ver,
debajo de los disfraces,
lo que puede aparecer.
Me pasa por cariñoso,
soy donante de placer.
Y sé que amar tiene riesgos
que uno tiene que correr.
Y mira que no espabilo,
que con el tiempo voy a peor.
Lo pienso y a veces digo:
"¡ Quédate en casa que estás mejor!".
El caso es que de mañana
muy educada Amparo se va.
Me dice: "No pasa nada,
no te levantes y un beso más".
Y tanto tequila
lo tengo que dejar,
no quiero disgustos
se que despierto
y llegan los sustos.
Y vale ya de sobresaltos,
con quién me acuesto
no me levanto.
Y tanto tequila...
Lo tengo que dejar
el tequila!
No quiero disgustos,
se que despierto y
llegan los sustos!
Y vale ya de sobresaltos,
con quien me acuesto
no me levanto!
¡Lo tengo que dejar!
El tequila!