"No quiero ni volver a oír tu nombre,
no quiero ni saber adónde vas".
Así me lo dijiste aquella noche,
aquella negra noche de mi mal.
Si yo te hubiera dicho "¡No te vayas!",
¡qué triste me esperaba el porvenir!
Si yo te hubiera dicho "¡No me dejes!",
mi propio corazón se iba a reír.
Por eso fue que me viste tan tranquilo,
caminar serenamente bajo un cielo más que azul;
después, ya ves, me aguanté hasta donde pude,
terminé llorando a mares donde no me vieras tú.
Si yo te hubiera dicho "¡No te vayas!",
¡qué triste me esperaba el porvenir!
Si yo te hubiera dicho "¡No me dejes!",
mi propio corazón se iba a reír.