De los capítulos mas formidables de la vida del chino, esta partecita pudiera ser la mejor. La melodía sonante describe mucho más que estas palabras que vienen a continuación.
La familia creció. Los pueblos se quedaron cortos en cuanto a inspiración de nombres criollos. Ya no se trataba solo de la segunda generación que saltaba y brincaba por allí. La vida se había tornado infinita. De allí, la alegría constante. Los nietos parecían hijos, mientras que los hijos parecían madres. La locura siguió reinando no solo en la última islita creada a punta de semerucos, sino alrededor de todo el archipealgo reinado de chinos, amarillos, negros y mestizos.
La mejor de todas las noticias recibidas a lo largo de la vida del eterno chino que facha rufa, fue la de observar que todos los de su sangre bañados de ron habían quedado allí para siempre. Nunca surgió la necesidad de jurungar la realidad. La realidad era de ellos, solo jurungada por una maquinita de caracoles morados. La menor de toda la familia aprendió la magia de la percusión. Era increible verla como tocaba la isla en busca de música costosa y barata.
La isla mayor, llamada Chuao, representaba el DO, mientras que siempre habia un SOL sostenido todas las mañanas sonando despierto. La vejez se convirtió en juventud, mientras que èsta se convertía en madurez: coqueta, constante y sonante. El amor era vestido, tragado, bailado y revuelto. Cada ola traía consigo un mensaje bellisímo:
Te quiero.
Amilcar volvió esta vez de alguno de los mundos asiáticos, y para alegría de todos, decidió quedarse. En esta oportunidad venía vestido de afro naranja con betas de palmas rosas. Valentina, la más pequeña, cayó, de una, dos y tres, cargada de 12 cocos, enamorada a sus pies………
En cuestion de 2 segundos, alzaron las velas de limón, de su panela -de papelon- y al ritmo del bossadub, la china le dedicó estos compases que suenan a continuación:
Voy camino pa’ mi isla voy
A decirle que te quiero en la boquita (x2)
El rejuvenecido galán de la isla quedo in.pactado, in.quieto, in.presionado, in.amorado, in.tusiasmado con aquella adolescente apodada: la famosa risa hermosa rosa. El amor del chino que facha rufa con lupe no se comparaba con la explosión de hormonas sinceras de estos 2 amantes del plomo. Los amplicadores fueron quemados a causa de besos. Los peces ya no navegaban, estos preferían volar a curiosear. Las alarmas del amor fueron encendidas de ternura, tempura.
Todo era blanco, azul y brillo. No hubo necesidad de regalar anillos.
La ultima chapita rescatada del mar, adornando la mano izquierda de valentina, bastó para formalizar algo que ya estaba claro. Tan claro que las aguas quedaron opacas…. Eso si, solo por un ratico….El hecho de traer constantes mensajes de afecto a la orilla hacian el mismo trabajo que el «va verme limpiecita como un sol»
El chino que facha rufa organizó para tal memorable ocasión la más grande de las rumbitas vividas por las costas de Aragua. Los invitados especiales no existían. Eran simplemente todos. En el micrófono cantaban todas las islitas del caribe al son de Adara Primavera Sonera, la nueva sensación de la infinita era.
El chino sembro la islita de birritas, margaritas y parchitas. Alli había de todo, eso si, la cara de pasión de la nueva pareja era indescriptiblemente multicolor. El arcoiris fue el gran decorador de este momento, e invitó a todos los colores adyacentes a participar, como debeíia ser. Para muchos, los tonos maravillosamente cálidos, se botaron.
Luego de horas, días y meses de celebración, se dieron cuenta de que la fiesta era eterna. Nadie quedó sorprendido. Nadie dejo de bailar, ni de cantar cantando.
Se vivía una rutina que no era la que conocemos. Se respiraba una energía carente de nada. Se caminaba por ríos, se nadaba por cielos y se volaba sobre arenas. El sol nunca se apagaba, al igual que las sonrisas con risas. Definitivamente el cariño de los nuevos enamorados impregno a cualquiera que estuviera pisando, volando y nadando, los alrededores de esas coordenadas. Los puntos cardinales volvieron a arrejuntarse sobre el mapa de la alegría costeña, cuidando la choza de los eternos amantes; demostrando así que nadie està solo en esta historia.