El sol, en el tubo circular,
esconde la luz perfecta
que no vemos.
Después cabalga por el mar,
volviendo atrás el tiempo
embrabecido del cielo.
Se aleja, en un punto ínfimo del horizonte,
escapándole a la noche,
como asustado.
Delega en el círculo de plata
la necesidad de la tristeza.
En un momento,
como queriendo morder su pelo
se enrrosca en alba y aguacero.
Se arrepiente, se posa solo y enojado,
creyéndose víctima y no artesano.
No, no le importa el dolor,
tampoco el amor.
Pero casi seguro mas que a vos.