Un hombre se levanta
temprano en la mañana,
se pone la camisa
y sale a la ventana.
Puede estar seco el día,
puede haber lluvia o viento,
pero el paisaje real
-la gente y su dolor-
no lo pueden tapar
ni la lluvia ni el sol.
Una vez descubierta
esa verdad sencilla,
o se sube a la calle
o se baja a la silla.
O se ama para siempre,
o ya se pierde todo.
Se deja de jugar,
se deja de mentir,
se aprende que matar
es ansias de vivir.
Un hombre se levanta
y sale a la ventana
y lo que vé decide
la próxima mañana.
Un hombre simplemente
sale a mirar el día
y se deja quemar
con ese resplandor
y decide salir
a perseguir el sol.